«Pensar bien, sentirse bien», «El camino de los sabios», «El derecho a decir no», entre muchos otros, son algunos de los títulos de libros del Psicólogo y escritor Walter Riso.

Esta noche me dejé llevar por una entrevista que le hizo Dario Arizmendi, periodista de El Radar que es un programa del canal caracol, a Walter Riso.

Hablaron sobre el amor, ya que dentro de poco se lanzará el libro «Manual para no morir de amor», escrito por este hombre que es capaz de convertir la peor de las tormentas, de las crisis personles que puede vivir un ser humano, en una experiencia riquísima de vida para esa persona luego de leer sus libros, o de tener la oportunidad de pasar por su consultorio.

Con este blog me inclino por hacer mis composiciones alrededor de frases que impacten mis días, y las sabias palabras de Riso resultaron ser, como siempre, una melodía para oídos y verdades implacables para mi ser.

Walter Riso define el amor como la mezcla de tres etapas. La primera es la del enamoramiento, aquel embelezamiento que él asegura que dura de 6 meses a un año, durante el cual no creemos que exista mejor media naranja sobre la tierra, que la que tenemos en nuestras manos.

Luego de esto viene el factor cognitivo, que contiene muchas cosas dentro de sí mismo, entre las que se encuentran las decisiones, el deseo, y en donde debe existir el invento social de la amistad. Riso define la amistad como el hecho de tener proyectos en común, como algo que se construye a través el tiempo y se fortalece con «el compinche», con la alegría que se siente sencillamente por saber que el otro está vivo. Por último está el ágape, significando para mí el todo de una sólida relación, en donde está el cuidado por la pareja, la ternura, la compasión. El hecho de que mi «yo» de un paso atrás y solo exista el otro, y su dolor me duela.

Una anécdota muy cómica y verídica surgió al final de esa definición, y fue que un viejo amigo de este escritor le definió el amor con una vivencia propia: «Walter, cuando yo le toco las piernas a mi mujer, no siento nada… pero cuando a mi mujer le duelen las piernas, a mí también.»

Me resulta profundamente hermosa esa forma de ver la vida, y también creo muy complejo encontrar personas en la vida que hablen en un castellano tan digerible como el que habla y escribe Walter Riso, que por cierto, llegó a su profesión por accidente. Esas son la clase de accidentes que no se le ocurre a uno lamentar.